Descubrir que la relación con la pareja no va caminando como se desea o se soñó, ya por sí solo es un golpe muy difícil de asimilar para los adultos; intentar e intentar que una relación funcione y ser felices como el primer día, en muchas parejas se vuelve insostenible, por las razones que sean, que pueden ser miles. Si ya para los adultos es de difícil manejo la idea de separación; se han puesto a pensar en aquellos “invisibles” que están la mayoría de veces en medio del “pleito”; SÍ, del “pleito”, porque la mayoría de las veces, salvo muy contadas excepciones, a esos adultos se les olvida que hay hijos de por medio por estar inmersos en resolver quién tuvo la culpa del “fracaso” y a quién le corresponde qué, incluidos los hijos, como si fuesen objetos.
Son dos aristas a considerar: la pareja como tal y cómo resuelven su separación y los hijos; ¿cómo manejar con ellos esta problemática, si no podemos con la nuestra como adultos?
Decirlo es fácil; sin embargo, está claro que el conflicto interno dada la separación es tan dolorosa, que los adultos en su mayoría, no logran ver más allá de su problema y arrastran a sus hijos en este proceso doloroso.
Los niños suelen ser los más vulnerables de la familia y por lo tanto, los que más sufren con dicha decisión. Aunque la separación sea asunto de la pareja, es inevitable que los niños estén inmersos en esta decisión. Dependerá de la actitud y apoyo de los padres salvaguardar a los hijos del sufrimiento.
La mayoría de adultos que atraviesan un proceso de separación y divorcio necesitan evidentemente apoyo de amigos, profesionales de la salud mental, religiosos y parientes. No busquen apoyo en su hijo (a), incluso aunque parezca estar dispuesto a ofrecérselo. Los hijos, sea cuál sea su edad, no estarán preparados para hacerlo porque están en medio de dos personas que aman, no es conveniente involucrarlos a ese nivel y comprometerlos a escoger de qué lado estar.
En cuanto estén seguros de sus planes, hablen con sus hijos sobre su decisión de separarse. No existirá nunca una manera fácil de dar la noticia, de ser posible, intenten que ambos estén presentes durante la conversación. Es importante dejar a un lado los sentimientos de enojo, culpa o remordimiento antes de hablar con los hijos. Esta conversación debe adaptarse a la edad, grado de madurez y temperamento del niño(a), asegúrense de trasmitirle a sus hijos un mensaje fundamental: lo que ha ocurrido es un asunto entre su madre y su padre y ellos no son en absoluto culpables de lo ocurrido. La mayoría de los hijos se sienten culpables incluso después de que los padres se lo nieguen. Por eso es básico que los padres insistan en esta afirmación para tranquilizarlos.
Entre las principales acciones que ambos padres pueden hacer para ayudar a su hijo(a) a atravesar este difícil período, destacan las siguientes:
- Mantener los conflictos, riñas y discusiones acaloradas, así como los comentarios sobre los aspectos legales del divorcio al margen de los hijos.
- Reducir al mínimo la alteración de las rutinas cotidianas del niño (a).
- Asegurarse de que ambos padres siguen implicados en la vida del niño (a).
Prepárense para contestar estas preguntas y otras similares:
- ¿Con quién voy a vivir?
- ¿Dónde iré al colegio?
- ¿Tendré que cambiar de casa?
- ¿Dónde vivirá cada uno de mis padres?
- ¿Dónde pasaré las vacaciones y los días de fiesta.
- ¿Podré seguir viendo a mis amigos?
- ¿Tendré que cambiar de colegio?
- ¿Podré seguir practicando mis actividades favoritas?, entre muchas dudas que surgirán.
Ser sincero con un hijo(a) no siempre es fácil cuando no se tienen todas las respuestas, o cuando al niño(a) le asusta la situación o se siente culpable de lo que está ocurriendo. Lo correcto es decirle lo que necesita saber cuando lo pregunta, no brindar información adicional sino es necesario.
Es por ello, que mencionamos anteriormente que son dos aristas a considerar e intervenir, porque en tanto los adultos resuelven su conflicto de pareja y su posible decisión de separación y/o divorcio; los hijos quedan sumidos en medio del conflicto. Es recomendable buscar ayuda profesional para tratar tanto el tema de la separación de los adultos como tales; así como el conflicto emocional que los hijos experimentan a raíz de la ruptura de sus padres. En muchas ocasiones, la guía de un profesional aliviana la carga y hace más sencillo enfrentar decisiones tan complejas y que afectan el núcleo familiar.
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